Un reciente estudio confirma que el origen de las ideas, la creatividad y la genialidad surgen cuando la parte de nuestro cerebro más racional y de mayor concentración, es acallada. Instantes antes de resolver un problema, la “bombilla” cerebral se nos enciende en una zona conocida como corteza cingulada anterior.
Los científicos han demostrado que las neuronas de esta área se ponen en marcha especialmente si estamos de buen humor, por lo que recomiendan jugar en el trabajo para estimular la creatividad.
Una mente en blanco –detallan estos científicos-, permite la expresión de áreas del cerebro que procesan información a nivel subconsciente. De este modo, y sin previo aviso, se reciben a nivel consciente las ideas y soluciones que afloran de esta mente “profunda”.
Según explica Joydeep Bhattacharya de la Universidad de Londres, “centrarse en el problema es importante, pero concentrarse demasiado es perjudicial porque puede bloquearnos. El pensamiento creativo relaciona ideas que no tienen conexión aparente entre ellas. Este tipo de relación raras veces puede forzarse de manera consciente”.
Un cerebro relajado, y no obsesivamente concentrado en resolver un problema, logra obtener las ideas que aportan soluciones. las mejores ideas surgen cuando estamos aparentemente “distraídos” porque, en realidad, se trata de “un estado mucho más activo de lo que imaginamos, más incluso del que requiere un razonamiento complejo”, tal y como concluía Kalina Christoff, de la Universidad British Columbia (Canadá), en un artículo publicado hace algún tiempo en la revista PNAS.
Combinando piezas del rompecabezas de lo que nos preocupa, el cerebro hace conexiones e identifica patrones en la información que tiene, hasta que todo cristaliza en una idea que calificamos de “repentina”.
Estudiando las ondas cerebrales, el investigador británico Joydeep Bhattachar ha descubierto un patrón de actividad en la corteza frontal derecha que permite adivinar quién está a punto de tener una idea ocho segundos antes de que el propio sujeto experimente el conocido como momento “¡Eureka!”. Pareciera así que durante cierto tiempo el cerebro conoce la solución pero nosotros no.